lunes, 11 de enero de 2016

No es humano

Hay una palabra que coincide con todos los discursos, humildad. Cada persona que habla de él, hace referencia a eso. No debe ser coincidencia.
No es grande, es el más grande. Pueden estar de acuerdo o no, pero es innegable el talento y la habilidad innata que Lionel Messi trajo consigo al llegar al mundo.
Uno trabaja a diario para ganar lo suficiente y subsistir en las grandes ciudades. En varias ocasiones podemos intentar despejarnos y separar el trabajo de nuestra vida, generalmente lo logramos. Él no. Él hace de su vida un trabajo. Es un apasionado del trabajo. Como pasa en esos casos, uno llega a divertirse con sus compañeros, con sus colegas, con sus maestros. ¿Sacrificio? Seguro. ¿A quién no le gustaría quedarse con su familia y disfrutar del sol? Sin embargo, lo que algunos llaman esfuerzo y sudor, para él es “lo que se necesita para”. No es un obstáculo pasar horas entrenando y viajando, es un medio para llegar al siguiente nivel.
Su juego genera expectativas, produce emoción, crea oportunidades. Oportunidades para seguir creciendo, oportunidades para desarrollar su individualidad. Pero también aporta lo suficiente para que todo su alrededor brille. Él se encarga de que sus compañeros se luzcan lo mejor posible. Ahí aparece la famosa humildad de la que todos hablan. Ser generoso con sus colegas y amable, en muchas ocasiones, con sus rivales.
Su nivel está en constante crecimiento. Año a año consigue desarrollar aún más su habilidad y al mismo tiempo alejarse de los otros. Porque es así, ellos y él. Hoy el mundo del fútbol se divide entre mortales y Messi. Muchos lo afirman, y adhiero a esas opiniones: no es humano.
En un 2015 plagado de habilidosos, cuando ya nada sorprende, ni siquiera su talento, lo que sí es impresionante, es que después de tantos años su magia siga intacta. Es extraordinario que después de tanto tiempo su zurda imperdonable siga haciendo estragos en todas las defensas del mundo. Así es él. Un zurdo increíble que supo aprovechar las chances que la vida le dio, incluso cuando muchos le decían que no iba a poder llegar.

Él siempre está ahí. Siempre está preparado para ponerse el equipo al hombro y convertir el gol más raro o menos posible de la fecha. Es una realidad. El trabajo duro y el esfuerzo entregan sus frutos tarde o temprano. ¿Cuándo va a parar? Dios quiera que nunca.